Si eres de esa clase de viajeros amantes de los animales que no se quieren separar de sus mascotas durante sus vacaciones no te queda más remedio que buscar alojamientos que admitan animales y, aunque sea duro, resignarte a que tu perro, gato o animal de compañía vuele contigo, pero no en la cabina, sino en la bodega del avión.
En efecto, como si de una maleta se tratase no queda más remedio que “facturar” a nuestras mascotas para que lleguen al mismo tiempo que nosotros a nuestro destino. La pregunta es: ¿viaja totalmente seguro el animal en la bodega del avión? ¿Lo pasa mal?
Empecemos por las normas y trámites que debemos seguir para subir a nuestra mascota en el avión. Cada compañía tiene sus propias normas al respecto aunque en general perros y gatos son aceptados sin problemas, no así otras “mascotas exóticas” que pueden resultar peligrosas para el pasaje o la tripulación.
Los animales viajan en la bodega con una sola excepción: los perros lazarillos que sirven de guía a personas invidentes.
¿Sufren los animales en la bodega del avión?
Encerrados en jaulas o transportines y facturados al peso, resulta un tanto preocupante para los dueños de las mascotas realizar este trámite en el aeropuerto, pero sin duda es lo mejor. Si no tienes este tipo de jaulas puede solicitarlas a la compañía aéra pagando un recargo.
Es cierto que en las bodegas de los aviones el ruido es inevitable y reina la oscuridad, pero los animales no pasan frío y no corren ningún tipo de peligro. Para que tengan un vuelo tranquilo y cómodo algunos veterinarios recomiendan sedar a los animales, que suelen ponerse muy nerviosos durante el vuelo. Aterrizarán adormecidos y desorientados, pero sin haber sufrido en absoluto.
Para hacer más llevadero el vuelo se recomienda que el animal no coma nada durante las horas previas al vuelo, evitando así el riesgo de que se maree y vomite dentro de la jaula. También es buena idea meter en ella algún cojín, manta o juguete con el que el animal esté familiarizado. Al reconocer su olor, se sentirá más seguro.