No nos cansaremos de repetirlo: aunqu ela mayoría de españoles piensa en el Mediterráneo y las Islas para sus vacaciones… ¡En el Cantábrico también hay playas maravillosas! Hoy echaremos una mirada a la ciudad de Santander, capital de Cantabria, uno de los mejores lugares de España para pasar unos fabulosos días de verano.
Porque, pese al desarrollo propio de una ciudad con intensa actividad comercial y portuaria, Santander ha sabido conservar la belleza de un entorno paisajístico privilegiado en el que destaca su fachada marítima: la zona de El Sardinero y La Magdalena.
Aquí encontramos tanto pequeñas ensenadas resguardadas de los vientos del nordeste como grandes arenales como el mencionado de El Sardinero. Y todas estas maravillas se pueden descubrir a pie por medio de la llamada ruta de las playas.
Iniciamos el camino en el Promontorio de San Martín, en pleno centro de la ciudad, cerca del Palacio de Festivales de Cantabria. Un poco más allá, Junto al Museo Marítimo del Cantábrico, se llega a la playa de Los Peligros, el prólogo anterior a los arenales de la Magdalena y la de los Bikinis, llamada así porque fue el primer lugar de España donde se vieron por primera vez las primeras prendas de baño de dos piezas, una revolución en su tiempo que llegó con las extranjeras que venían a Santander a veranear.
Un rincón muy especial en esta ruta lo constituye la Península de La Magdalena, el accidente geográfico que sirve de hito y frontera entre las playas de Santander, además de marcar el límite de la bahía.
El Sardinero está compuesto de una serie de pequeñas playas que miran a mar abierto: el Camello, así llamada por la peculiar forma de una gran roca que emerge frente a la costa, la Concha y la Primera de El Sardinero, cuna del glamuroso turismo de la Belle Époque, a finales del siglo XIX.
Al final de la Segunda de El Sardinero, muy famosa y concurrida, están la pequeña playa de Los Molinucos y la playa de Mataleñas, dos playas urbanas más modestas pero llenas de encanto.