Hemos esperado a que pasara el Día de los Inocentes para hacernos eco de esta noticia, ya que muchos podrían pensar que se trata de una broma.
Nos referimos a las nuevas normas que el Vaticano va a imponer a los turistas que deseen visitar la Capilla Sixtina. Preocupados por el deterioro de los inmortales frescos de Miguel Ángel, las autoridades de la Santa Sede han pensado en introducir una serie de medidas para que en el interior de la capilla no entren más partículas de polvo, tan perniciosas para las pinturas, que las estrictamente necesarias.
Para lograr este objetivo, los turistas tendrán que pasar por una especie de aspiradora gigante y serán sometidos a bajas temperaturas antes de acceder a la Capilla Sixtina. Se espera que con eso se evite que su calor corporal, su humedad y la suciedad que arrastran desde fuera, dañen los tesoros artísticos allí guardados.
Parece ser que polvo, temperatura, humedad y anhídrido carbónico son los grandes enemigos de los frescos. Además de los mencionados aspiradores que absorberán las peligrosas partículas de polvo de la ropa de los visitantes se instalarán también unas alfombras especiales para limpiar los zapatos.
Todo antes que tener que tomar la dolorosa y drástica decisión de cerrar la capilla al público. Sí, son nuevas incomodidades para los turistas que viajan a Roma y quieren ver el Vaticano y sus maravillas aunque, visto de otro modo, la visita a la Capilla Sixtina, entre aspiradores, alfombras y salas a baja temperatura, será a partir de ahora una experiencia la mar de entretenida.