Nadie puede negar que la aviación comercial de todo el mundo está viviendo momentos convulsos. Las compañías aéreas convencionales no pueden seguir el ritmo cada vez más exigente de la economía mundial y sus vicisitudes y, con la batalla perdida, o bien colapsan (Spanair, Malev) o acaban cediendo terreno ante las aerolíneas de bajo coste.
De modo que se puede decir que poco a poco los vuelos low cost están conquistando Europa. Lo que empezó hace años como una opción barata de volar en rutas y aeropuertos secundarios se ha convertido hoy en un fenómeno que amenaza con cambiar por completo el mundo de los viajes.
Sirvan los casos mencionados arriba como ejemplo: Spanair dejó de operar de forma abrupta y casi automáticamente las low cost Vueling y Ryanair se apresuraron a cubrir el especio que habían dejado libre, con tarifas tanconvenientes como las que intentó defenderse la ya extinta aerolínea española, lo cual como hemos visto, era insostenible para una compañía de sus características; por su parte, unas horas después que Malev anunciara su cese de operaciones, el presidente de Ryanair, es siempre polémico Michael O´Leary, counicaba a bombo y platillo que la compañías de bajo coste irlandesa establecería una nueva base en el aeropuerto de Budapest, sobre las cenizas de Malev.
Todo esto no es sino un síntoma de algo que todos intuíamos: el modelo de vuelos low cost acabará imponiéndose y dominando la mayor parte del mercado turístico de Europa. Como cualquier cambio, esto tiene sus ventajas y desventajas, que pueden variar en función de las necesidades y preferencias de cada pasajero. Lo que está claro es que los vuelso low cost vinieron para quedarse durante mucho tiempo.