Cayo Largo: un nombre que tan solo con pronunciarlo nos traslada a un mundo de largas playas de arena fina y aguas cristalinas. La magia del Caribe tal y como la imaginamos y que no defrauda a nadie que viaja allí.
Porque un viaje a Cuba no puede limitarse a los destinos clásicos de La Habana y Varadero. La isla esconde muchos más tesoros, y uno de ellos está aquí.
Para aquellos viajeros que buscan un destino paradisíaco de absoluta tranquilidad, recomendamos Cayo Largo. Se trata de un islote coralino rodeado de arrecifes situado a unos 180 kilómetros al sur de la capital cubana. Las fotos e imágenes que podemos ver de este lugar en revistas o en internet no hacen justicia a la luz y el color de sus aguas. Hay que venir aquí para vivirlo.
Sí, hemos dicho «absoluta tranquilidad» pero no aburrimiento. En Cayo Largo los turistas pueden realizar toda clase de deportes acuáticos, sobre todo el submarinismo y el snorkel en sus cristalinas aguas, al encuentro de unos fondos marinos ricos y deslumbrantes.
Además aquí no se levantan grandes complejos hoteleros, al contrario. Lo que se lleva es el turismo natural, es decir, dormir en alguna cabaña, algún hostal familiar o bien acampar en la playa con tu propia tienda de campaña, lo cual está permitido. Por suerte, el turismo de masas aun no ha clavado sus garras aquí.
Además de playas, en Cayo Largo existe un puerto deportivo en el que poder alquilar una embarcación para dar una vuelta por la isla y elegir algún rincón de ensueño donde echar el ancla y darse un chapuzón. Una manera de disfrutar de toda la magia del Caribe, esa que ya se ha perdido en algunos destinos masificados.